sábado, 11 de agosto de 2012

                                                    A la memoria de Babu


   Cuando conocí a Oswaldo Paya era yo un joven anticomunista por formación familiar. Mi padre desde muy pequeño me había mostrado su verdad histórica según sus experiencias de vida y si bien no había dejado dudas en mi mente sobre donde estaba la razón, lo cierto es que nunca se habían esmerado en fundamentar la formación  política ideológica. Con no ser comunista y actuar en consecuencia con esto, a pesar del precio a pagar bastaba, así vivió nuestra familia y para mi era suficiente.

  Quizás por eso me impacto aquel joven casi 10 años mayor que mis 27 la primera vez que conversamos, luego de que con mucha paciencia me había esperado mas de una hora en la sala de mi casa. La cita la había facilitado otro joven que observaba la actitud contestataria que mantenía en mi trabajo (construcción) y que un día se acerco para proponerme conociera al líder del MCL,  de quien ya yo había escuchado por Radio Marti.. Al principio de la conversación  me pareció ingenuo o desfasado en el tiempo, sus argumento sobre la reconciliación, la necesidad de un cambio pacifico o su compromiso a vivir y morir en Cuba, ciertamente era algo muy nuevo para mi. Sin embargo, a medida que la conversación fluyo comprendí que en su esencia, el joven Paya era mucho mas radical que yo y que sus vivencias eran mas desgarradoras que las mías. Luego de casi dos horas de intercambio, acepte trabajar en el movimiento, su palabra fue: bienvenido.


  Las primeras tareas asignada fueron muy sencillas para mi : crear mi propio equipo, reproducir (a maquina de escribir) los documentos del Movimiento y difundirlos de mano en mano en sectores de confianza, aportar ideas y sugerencias dentro de nuestro espíritu, etc. Así comenzamos la primera recogida de firmas proponiendo el Programa Transitorio, para ese entonces ya en Mariano Liberación contaba con un buen numero de miembros divididos en barios equipo y Oswaldo nos prestaba mucha atención; en cada encuentro  periódico  los marianenses  salíamos con la carga de energía  que el sabia impregnar, era un gustazo estar dos horas reunido con Oswaldo, no importaba si domingo o si tarde en la noche, la cosa era recargar la baterías  de los nuestros y eso se cumplía.